25 de marzo de 2011

Cuando sí prefiero ser del tercer mundo

A partir del título, pretendo dejar en claro sin explayarme en varias líneas que a pesar de ciertas cosas que a todos nos molestan, estoy súper orgulloso del lugar en donde vivo, donde pertenezco y no lo cambio por nada. En este caso en el día de hoy, se dio una ratificación más de lo que ya pienso.

Empezando por el principio, hoy charle con mi vieja (y eso sí que es noticia) sobre algo que me andaba pasando últimamente y de verdad me estaba empezando a preocupar. Tiene que ver con aquellas cosas que antes me generaban cierta euforia, emoción y ahora no pasan desapercibidas pero sí parecen ser cotidianas cuando a veces no lo son. No viene desde hoy el tema pero parecía ratificarse con hechos del pasado y la reacción fue la misma. ¿Ejemplos? día previo a ir a Bariloche, víspera de mi cumpleaños, día anterior a irnos de vacaciones etc.

Algo tenía que haber que me haga volver a sentir esa sensación, y así fue... Llego mi regalo de cumpleaños que tanto se hizo desear (ya que fue hace casi 2 meses) hermosa consola de videojuegos, con todos los chiches como se dice, cuyas funciones me sorprendían como un nene a las 12 del 24 en Nochebuena. Hipercontento cada vez le encontraba más y más funciones, que sorprendían y sorprendían por lo increíble (que un sensorcito tome tus movimientos y en la tele pase lo que vos quieras con solo mover tu mano era algo que no podía creer).

Por eso digo que disfruto en cierto punto ser del tercer mundo, vivir en la simpleza en la que otro se ahoga y abierto a la sorpresa que para el otro es costumbre. Desde mi humilde punto de vista digo que soy argentino, nos faltaran muchas cosas pero... el sueco, el noruego, el suizo y todos esos países estables ni en pedo disfrutan tanto como yo hoy. Principalmente creo yo, porque no les costó, no juntaron el peso por peso, no llegaron al objetivo o ni siquiera lo tomaron como tal (Justamente porque son primer mundo) lo compraron de la nada, para que el hijo al fin les deje de romper las bolas, un día como tantos otros en un hecho tan común como ir a buscar agua para quien vive cerca de un rió.

En fin recalco mi felicidad y mi orgullo, me tranquilizo por la vuelta de esa euforia que creí haber perdido, más sereno sabiendo que aun el cascarrabias malhumorado por suerte no tiene intenciones de asomar.

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