19 de junio de 2011

Los invisibles

Una linda noche la de ayer. No quería volver por un tiempo a ese boliche pero el egoísmo no me dejó alternativa. Pese a eso, todo estuvo mejor de lo que esperaba. Pero sigo viendo lo que implica ser adolescente en el mundo de la imagen. Y, subiendo la apuesta, lo que implica vivir en una cultura plenamente superficial. Esto no es algo exclusivo de jóvenes, pero siempre parece ser el ámbito donde más se nota que lo que importa es ser visto. Sí, percibido, pero superficialmente. Lo que pasa es que lo superficial es muy evidente, lo esencial no.

Un boliche es el lugar perfecto para ver como se congregan cientos de adolescentes necesitados de sexo y popularidad diversión, porque ahí es donde precisamente se ve más claramente como el negocio y la cultura del la imagen perjudican a la gente. De la edad que sea, en este caso los jóvenes. Y me incluyo, naturalmente, en este fenómeno. Pero pretendo verlo desde otro lado, porque siempre me pregunto si ESA es la forma en la que quiero que las cosas me ocurran. Y, al menos hoy, lo dudo. 

Siempre, pese a la "locura", observo todo en estas situaciones. Será porque es un territorio extraño y relativamente nuevo para mí, pero más que nada porque no me siento del todo compatible. Lo que no implica que vaya a excluirme nuevamente de estas experiencias, porque en definitiva somos muchos los que estamos más o menos en la misma situación: buscando donde encajamos en el rompecabezas. 

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